Esta semana un paciente que había
llevado yo pocos días atrás, falleció. Era un señor mayor y creían que podía
padecer una neoplasia intracraneal. Cuando yo fui su enfermero, su estado era
malo, y con un pronóstico nada prometedor. Se me vino a la cabeza que ese
paciente podría ser mi abuelo, cosa que me dio pena y que pensar. Los momentos
que habrá vivido esa persona, buenos y malos; las personas que querrían a ese
paciente, hijos, nietos, hermanos, amigos… Muchas emociones y sentimientos
nuevos se te pueden pasar por la cabeza (tristeza, preocupación, miedo, enojo,
alivio, etc.) ante la situación de la muerte de un ser querido. Una cosa cierta es, que en nuestro trabajo en
esta unidad, la muerte está ahí. Es algo con lo que trabajas día a día pero a
lo que es difícil acostumbrarse. Uno sabe que es inevitable que llegue la
muerte. Es algo inherente a la vida.
Otro caso que me dio mucho que
reflexionar fue el de un paciente que ingresó por una parada cardiorrespiratoria
secundaria a un síncope vasovagal. Dicho paciente, según refirió su pareja,
llevaba varios meses orinando sangre, pero no quería ir al médico. Presentaba
hemorragias nasales profusas y también bucales, de las cuales se desconocía su
procedencia. Su pareja pensaba que todo iba a salir bien, no sé si porque era extranjera
y no entendía del todo bien el idioma o por su desconocimiento de la situación.
Descubrieron que tenía un tumor en avanzado estado. A los dos días este
paciente falleció. Algo a lo que no le demos importancia, puede ser realmente
grave, y si lo dejamos pasar las consecuencias pueden ser fatales. Un día lo
tienes todo, y de repente te sucede algo y ya no te despiertas nunca más. De la
noche a la mañana podemos perder todo.
Saber que todo puede llegar a su
fin en cualquier momento, hace que te plantees la manera de vivir la vida.
Disfrutar de esos momentos que nos parecen insignificantes, apreciar a las
personas que tenemos a nuestro lado día a día, que nos ayudan y nos apoyan.
Momentos que has disfrutado en el pasado, en tu infancia, niñez, adolescencia,…y
en los momentos que están por llegar.
En cuanto a enfermería, como
profesión que estamos en contacto con personas, la muerte es una posibilidad.
Nuestra labor es cuidar en todas las esferas a los pacientes para así evitar
que se produzcan daños graves en la salud, o si se han producido daños ayudar a
la recuperación evitando secuelas; ayudar a prevenir (en atención primaria y
educando a los pacientes en los hospitales). También ayudamos a morir
dignamente (no facilitamos la muerte) a las personas evitando en la medida de
lo posible el dolor y sufrimiento. Esto no quiere decir que las matemos, sino
que en los enfermos terminales, en sus últimos meses de vida, ayudemos a estas
personas en todo lo necesario para que ese tiempo sea lo mejor posible para
ellos.
Pienso que enfermería es una
profesión dura y en la que hay mucho sufrimiento. Pero también bonita y
enriquecedora. Podemos aprender mucho como personas y como profesionales. El
grado de ese aprendizaje depende de cada uno.
Debemos acostumbrarnos y aceptar
que la muerte está ahí y que es una posibilidad. No por ello quiere decir que
nos dé igual todo.
Hola Jorge
ResponderEliminarComo bien indicas "el aprendizaje depende de cada uno"
El personal sanitario no se "acostumbra a ver morir" aprendemos a focalizarlo de "otro modo". Muchas veces oirás decir que nosotros "no sufrimos al ver a alguien morir". No somos de "piedra" claro que "sufrimos" pero nuestro grado de implicación con los pacientes es distinto pues no se trata de nuestros familiares. Es "eso" lo que tenemos que aprender. Sentiremos "pena" pero también "tranquilidad" si hemos realizado bien nuestro trabajo.